domingo, 16 de septiembre de 2012

Relato: Pesadillas


Aún cuando habían pasado tantos años, Avryale se despertaba agitada y con el rostro dolorido. Había pasado mucho tiempo, y aquellas pesadillas la visitaban ya con tan poca frecuencia que cuando lo hacían se maldecía a sí misma por recordarlo.
            Trataba de calmar su respiración y se llevaba una mano al rostro, rozando las cicatrices de su mejilla, que de vez en cuando se resentían.
            En sus sueños recordaba cómo la lanzaban contra la pared de roca de aquel siniestro, frío y húmedo lugar. Recordaba los incesantes cortes en su piel, al ritmo de sus propios alaridos de dolor haciendo eco en su mente, y cómo cedió a la súplica gritando “¡No lo sé! ¡¡Por favor!! ¡¡NO LO SÉ!!”. Le hicieron preguntas. Algunas de ellas no debía contestarlas. Y para las otras no sabía la respuesta. Pero la peor parte llegaba cuando veía en sus sueños aquellos ojos azules clavados en los suyos con total indiferencia, agarrándole el rostro con fiereza y clavándole las garras de aquél maldito guantelete en la mejilla. Con el pulgar aguantaba su mandíbula mientras los dedos índice y corazón, clavados en su piel, se deslizaban hacia abajo desgarrándole el rostro mientras ella gritaba y él le susurraba “no vas a salir de aquí”.
            Pero si aquella funesta promesa se hubiera cumplido, ella no estaría en aquél momento, casi ciento cincuenta años después, a meses de distancia, con las heridas sanadas y cicatrizadas, buscando una forma de detener una guerra civil.

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