Lo bueno de tener un blog en deshuso es que nadie lo lee.
Recuerdo el día en que me pasó el link de una canción confesando que le recordaba a mí. Son esos momentos que te hacen sonreír como si fueras idiota, pero no te importa, por que aquello era todo lo que necesitaba escuchar para vivir una semana más con pájaros en la cabeza. No sé si es triste o bonito que ese tipo de recuerdos se queden ahí, detrás de tu coco, y asomen un poco la cabeza cuando las cosas están mal.
La forma en que lo recuerdo, unos ojos brillantes y de dos colores, una caricia más suave de lo esperado, un olor en concreto, un calor con el que podrías dormir mil años. Y yo, con una cámara en la mano, yo que necesito recordarlo todo en papel, por que tengo una memoria estúpida que elige lo que recordar de manera aleatoria; yo, que necesito que eso se quede para la eternidad, para que otros vean lo que yo vi, que sientan lo que yo sentí, o envidia de mi, o compartan mi felicidad, mi sonrisa estúpida cuando no se da cuenta que le miro. Yo, con una cámara en la mano, haciendo que quedase para siempre en un papel o en un archivo tal y como yo le veo. Yo, una estúpida aleatoria del universo que no es capaz de ver nada cuando se mira al espejo. Y cuando él sí lo ve, no le creo. Y cuando él ve las cosas que cualquiera querría esconder, o tapar, las señala. Tiene ese valor, el de hacerte ver que los errores no han de esconderse detrás de un kilo de maquillaje, si no han de sacarse para siempre, quitarlo de encima de tí para hacerte brillar.
Yo, una estúpida aleatoria del universo que no ve nada, ni lo que hace bien ni lo que hace mal. Que desperdicia las oportunidades, los consejos y los sentimientos. Yo, que creía saberlo todo y no sé nada. Yo, que no puedo ser mejor sin tí. Sin ese "tí" de eterna paciencia. Ese lobo que aúlla a una luna lejana, y ese puma que le observa, creyendo que él no sabe que ella está mirándole.
Esta es la historia de una chica que se dio cuenta de que podía sangrar cuando le clavaron un cuchillo entre la tercera y la cuarta costilla.
lunes, 7 de abril de 2014
jueves, 25 de octubre de 2012
A veces salir del camino...
Atención: entrada con parte espiritual/sensitiva/trascendental/momento soymáspaganaquecagarrunas incoming. Si los sentimientos relacionados con la naturaleza te la traen al pairo, stop reading.
Llegar a la parada de metro ya ha supuesto un buen chapuzón. Pero si el camino se hace en buena compañía y con una conversación que a pesar de ser trivial ocupa toda tu mente y tu risa, no importa. Sí, no miré el tiempo antes de salir de casa y no cogí paragüas. Dioses, vivo en Valencia, ¿quién pudiera pensar que iba a llover? Pero a mí no me importa mojarme un poco. Llevaba la cámara preparada para grabar cualquier cosa interesante, mañana por la mañana entrego un trabajo y me faltaba metraje...
A veces, las pequeñas cosas, el arriesgar o simplemente el salirte del camino es una buena elección.
Foto malísima, pero para enseñaros el ambiente... |
Otra foto regulera tirando a mala, pero me ha inspirado tanto el momento y el lugar... |
domingo, 23 de septiembre de 2012
¿Eso de ahí es un camino?
![]() |
Foto "Not bad" con la Pentax. |
![]() |
Autofoto de "eh, mira como molo, hago fotos". Sí, llevo unas orejas de elfa. Problem? |
En fin, después de todo este peñazo (vamos a ir resumiendo) dejé la cámara aparcada un tiempo (seh, estaba un poco saturada) hasta que la volví a recuperar para tomarmelo un poquito más en serio... y bueno, tengo que decir que estoy bastante contenta conmigo misma y orgullosa. No quiero sonar pretenciosa, porque soy absolutamente consciente de todo lo que me queda por aprender, y más siendo fotógrafa aficionada, porque ni soy profesional ni una poca mierda. Yo me divierto haciendo fotos, y si encima alguien me da "la voluntad" por ello, pues oye, bien por mí.
![]() |
Güan ejemplo de foto cinefila :_D |
Se me da fatal despedirme en las entradas de blog, así que me limitaré a dejar algunas fotillos, el link a mi galería de Flickr, y a recordaros que si comentas me hacéis feliz :)


jueves, 20 de septiembre de 2012
Relato: La Presa
Mientras su carrera por las ramas de los árboles era cada
vez más frenética y desesperada, Avryale observo horrorizada cómo, delante de
ella, los árboles acababan. Había llegado al lindero del bosque y aún no habían
dejado de perseguirla. Tenía las manos entumecidas y sangrantes por apoyarse en
las ramas y agarrarse a ellas. Pensó que de un momento a otro las piernas se le
pararían, llevaba corriendo y saltando de una rama a otra demasiado tiempo, y
cada vez notaba más el peso del zurrón y las bolsitas que portaba.
Escuchó los gritos detrás de sí. Bajo ella, cabalgando en
tierra firme la alcanzaban dos guardias y una hechicera, quien estaba
comenzando a conjurar. La elfa trató de avistar entre las ramas qué había al
otro lado, donde acababa el bosque; no pudo observar nada con claridad, pero
escucho el murmullo del agua. Debía
pasar un río, quizá allí pudiera perderlos, pero no estaba segura de si podría
seguir corriendo mucho más, su cuerpo estaba agotado.
De pronto, cuando ya alcanzaba a ver el río y se preparaba
para saltar a tierra firme escuchó un brevísimo siseo que precedía a una gran
explosión de fuego. Avryale pudo cubrirse la cabeza con los brazos a tiempo,
pero la explosión la hizo caer al suelo y rodar hasta golpearse con las piedras
de la orilla del río. Se levantó como pudo entre gemidos de dolor, tenía
astillas de las ramas de los árboles
clavadas en brazos y piernas. Por suerte no eran demasiado grandes, pero
suficientes como para reducir su velocidad.
–-¡¿Dónde está!? –Escuchó que los gritos se aproximaban. –
¡Espero que no la hayas matado, Kara! ¡Moriremos nosotros si es así!
–¡Cállate imbécil! La he visto caer, seguro que… ¡Allí! –La
hechicera señaló a la elfa, que se tambaleaba hacia el agua.
Había conseguido quitarse tres de las astillas más grandes
antes de entrar sin miramientos en el
agua. Notó cómo el helor de la misma se clavaba en su piel, pero entumecía sus
heridas, así que continuó vadeando el río como pudo. Escuchó cómo se acercaban
los caballos a la orilla y comenzaban a entrar en el agua. Avryale pensó que si
el río era profundo no la seguirían, ni con caballos ni a pie, porque se
hundirían por el peso de las armaduras;
sin embargo el agua a penas le llegaba al pecho; miró a su alrededor,
buscando una alternativa. Más arriba observó una gran roca en mitad del río; a
su alrededor había un pequeño salto de
agua y un remolino, aquella zona debía de ser bastante más profunda. Era
arriesgado nadar a contracorriente con la fuerza que portaba el agua, pero peor
aún era dejarse capturar, de modo que comenzó a vadear río arriba sin saber de
dónde sacaba las fuerzas.
No volvió la mirada para observar a sus enemigos hasta que
llegó a la enorme roca, a la que se agarró rápidamente antes de hundirse en el
pozo que había bajo el agua. Durante un brevísimo instante observó sus manos
agarradas a la roca, sobre la que resbalaba el agua mezclada con su propia
sangre. Se mantuvo allí aferrada, temblando de frío y dolor hasta que uno de
los guardias desmontó y entró al río, tratando de alcanzarla. Sin saber el
profundo pozo que le separaba de la elfa, el hombre vadeó el río hasta ella,
que se quedó quieta, esperándole y ocultando una roca en su mano. Cuando el
guardia dio un último paso para agarrarla, tropezó con la zona más profunda y
se hundió. El hombre agitaba los brazos tratando de salir del agua, pero
Avryale nadó hasta él, empujándole con las piernas y golpeándole varias veces
en la cabeza con la gran piedra que había cogido. El agua del río comenzó a
teñirse de rojo, pero ya no sólo por la sangre de la elfa. Con el peso de la
armadura el cadáver del guardia fue hundiéndose y acabó siendo arrastrado por
la corriente.
Avryale
volvió como pudo a la roca, agarrándose de nuevo a ella y fijando su fiera
mirada en la hechicera y el guardia que habían observado la escena desde la
orilla. Él espoleó a su caballo y accedió al río por la zona menos profunda,
comenzando a cruzarlo. Al verlo, Avryale se puso en movimiento en seguida,
soltándose de la roca y comenzando a nadar y a vadear el río con verdadera
dificultad hasta la orilla contraria. Estaba agotada.
Cuando
pudo dejarse caer sobre tierra firme trató de recuperar el aliento y se
arrastró más lejos del agua, pero no tuvo tiempo de incorporarse, pues el
guardia ya se había aproximado a ella y trataba de agarrarla de la ropa. Los
reflejos de la elfa la hicieron sacar una daga con un respingo y lanzó un tajo
sobre la muñeca del guardia quien la soltó al instante. Ella aprovechó su
quejido para cortar la estribera y la cincha de la montura, de modo que el
guardia se precipitó al suelo y el caballo se encabritó, lanzando patadas al
aire. El animal salió huyendo, sin embargo el hombre logró soltar su otro pie
del estribo y no salió a rastras del animal.
La elfa
se acercó rápidamente al guardia, que trataba de incorporarse, daga en mano,
pues no tenía ni tiempo ni fuerzas de sacar sus espadas, se sentó encima de él
a punto de clavarle la daga, pero este le propinó un puñetazo y trató de
sujetarla por las manos. Ella forcejeó
hasta que pudo soltar la mano de la daga y comenzó a acuchillar el
cuello del hombre, al aire, pues había perdido su gorjal.
La
hechicera observaba horrorizada la escena desde la otra orilla. Vio cómo
después de asestar infinitas puñaladas a su compañero la elfa se incorporaba
con extrema dificultad, cubierta de sangre propia y ajena, empapada y sucia, y
clavaba su mirada en ella. Kara era novata, no había visto jamás una ferocidad
así en una mujer. Se le habían quedado grabados los gritos que la elfa emitió
mientras acuchillaba al guardia. De pronto la Avryale levantó el brazo,
señalándola con la daga y su voz se alzó por encima del estruendo de la
corriente del río.
–Ven a
por mí.
La
mente de Kara se quedó en blanco y no pudo hacer más que dar media vuelta con
su caballo. Si pretendían capturarla necesitaba refuerzos.
domingo, 16 de septiembre de 2012
Relato: Pesadillas
Aún cuando habían pasado tantos
años, Avryale se despertaba agitada y con el rostro dolorido. Había pasado
mucho tiempo, y aquellas pesadillas la visitaban ya con tan poca frecuencia que
cuando lo hacían se maldecía a sí misma por recordarlo.
Trataba de
calmar su respiración y se llevaba una mano al rostro, rozando las cicatrices
de su mejilla, que de vez en cuando se resentían.
En sus
sueños recordaba cómo la lanzaban contra la pared de roca de aquel siniestro,
frío y húmedo lugar. Recordaba los incesantes cortes en su piel, al ritmo de
sus propios alaridos de dolor haciendo eco en su mente, y cómo cedió a la
súplica gritando “¡No lo sé! ¡¡Por favor!! ¡¡NO LO SÉ!!”. Le hicieron
preguntas. Algunas de ellas no debía contestarlas. Y para las otras no sabía la
respuesta. Pero la peor parte llegaba cuando veía en sus sueños aquellos ojos
azules clavados en los suyos con total indiferencia, agarrándole el rostro con
fiereza y clavándole las garras de aquél maldito guantelete en la mejilla. Con
el pulgar aguantaba su mandíbula mientras los dedos índice y corazón, clavados
en su piel, se deslizaban hacia abajo desgarrándole el rostro mientras ella
gritaba y él le susurraba “no vas a salir de aquí”.
Pero si aquella
funesta promesa se hubiera cumplido, ella no estaría en aquél momento, casi
ciento cincuenta años después, a meses de distancia, con las heridas sanadas y
cicatrizadas, buscando una forma de detener una guerra civil.
jueves, 13 de septiembre de 2012
Haciendo un repaso.
Es curioso lo que hace una llamada de teléfono. Hoy, al pulsar el botón táctil rojo de mi móvil me dí cuenta de cuánto pasa el tiempo y cuánto he cambiado desde que empecé. Me encontraba en el mismo lugar, en la misma época del año, haciendo lo mismo que un año antes. Hacer cola en secretaría para presentar una instancia. Qué poético y bonito quedaba hasta ahí, ¿eh? Venga, voy a intentar que siga quedando melancólico...
Como decía, estaba haciendo lo mismo que hice hace un año. Con la obvia diferencia de que es un año después. Me explicaré.: hace un año iba a tener la mejor compañera de piso que podría desear; iba a viajar, seguía con mi novio y mi matrícula era casi perfecta. Vamos, un buen cóctel. Un año después... no tuve compañera de piso, ya no tengo adherido novio, y mi matrícula... bueh. Oh, lo del novio... bah, que nadie se preocupe, una vez pasados unos meses y superada la fase de crisisexistencialroturadecorazón es lo mejor que me ha podido pasar. No te ofendas tete, sabes que te quiero mogollón y los dos estamos de acuerdo en que tenía que ocurrir.
(mm... creo que eso de llevar la entrada en un tono melancólico está fallando...)
En fin, en realidad no tengo nada de lo que quejarme, sólo hacía un balance... por lo que decía al principio de la entrada. Con eso quería referirme a que de pronto te das cuenta de que estás en cuarto de carrera y de que este va a ser el penúltimo año. Si. Me alegro porque mis padres podrán descansar de soltar pasta y me entristezco porque mis días restantes en Valencia están contadísimos. O eso espero. Porque sinceramente, no podría hacer ni un curso más.
Mis planes de futuro (para cuando termine la carrera)... a veces me parecen ambiciosos y alcanzables, y otras veces me parecen ambiciosos e imposibles. Depende del día. Hoy estoy más positiva, por lo que se me antoja que pedir una beca y estudiar un Master de Filmmaking en la Film School of London no me parece tan imposible. Llamadme rebelde si queréis.
Así que, en general, no me va del todo mal. Aunque también me lo he trabajado no lo suficiente pero bueno.
En breves traeré un par de entradas sobre mis trabajos, pero por lo pronto... este nuevo árbol queda inaugurado así. Que vaya bien y que los dioses os sonrían.
domingo, 9 de septiembre de 2012
Un Nuevo Hogar.
En un arrebato he decidido empezar de cero. Lo he hecho rápido y sin pensarlo mucho porque si no me daba pena abandonar el otro blog. Su primera entrada fue en mayo de 2007. Su última en septiembre de 2012. Ha llovido... no mucho, muchísimo, no sé si demasiado, pero yo misma he cambiado suficiente como para querer hacer un borrón y cuenta nueva en mi blog.
Así que voy a hacer este blog un poco más serio, sobretodo porque quiero un lugar donde poner mis relatos y algunas cosillas que haga, aunque para ello tenga el Flickr o la página de Facebook, pero ya sabéis, un blog es muy cómo y nunca sabes para qué te puede servir.
En cuanto al título... no quería poner mi nombre ni mi nick, me parece un poco seco, y como no quería volver a usar el "Forest's Lady" pues se ha quedado en "The Ranger's Tree", el árbol de la exploradora. Sí, hace mucha alusión a Avryale, mi personaje de rol (y de mi historia), pero qué queréis, me siento cómoda. Aún así, la dirección la he puesto sencilla (ahora viene cuando miráis hacia la barra de dirección). Mi nombre y primer apellido, más fácil imposible xD
En fin, voy a ir buscándoos para volver a seguiros, y agradecería que hicierais lo mismo conmigo. Ya sabéis cuál es mi nuevo hogar y dónde encontrarme, un saludo!
Así que voy a hacer este blog un poco más serio, sobretodo porque quiero un lugar donde poner mis relatos y algunas cosillas que haga, aunque para ello tenga el Flickr o la página de Facebook, pero ya sabéis, un blog es muy cómo y nunca sabes para qué te puede servir.
En cuanto al título... no quería poner mi nombre ni mi nick, me parece un poco seco, y como no quería volver a usar el "Forest's Lady" pues se ha quedado en "The Ranger's Tree", el árbol de la exploradora. Sí, hace mucha alusión a Avryale, mi personaje de rol (y de mi historia), pero qué queréis, me siento cómoda. Aún así, la dirección la he puesto sencilla (ahora viene cuando miráis hacia la barra de dirección). Mi nombre y primer apellido, más fácil imposible xD
En fin, voy a ir buscándoos para volver a seguiros, y agradecería que hicierais lo mismo conmigo. Ya sabéis cuál es mi nuevo hogar y dónde encontrarme, un saludo!
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